Hoy en día nuestros menores están más vulnerables a ser victimas de la perversión y el mercado carnal que desgraciadamente ya ha invadido prácticamente todo el territorio nacional, por lo que es obligación de todos, absolutamente de todos, velar por el bienestar, sin excepción de todos ellos.
Un niño no tiene nacionalidad por que cuando es sujeto de algún abuso o cuando aparece en alguna fotografía pornográfica, no nos damos cuenta de su idioma y realmente no nos damos cuenta de su origen, ya que el único idioma que vive ese menor es el de la violencia.
En base a estos razonamientos la preocupación por nuestros niños es de todo el mundo, tan es así que el UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) ha hechos estudios para determinar la problemática de la explotación laboral y de la explotación sexual infantil y ha encontrado que el problema es alarmante a nivel mundial, en cuanto a nuestro país los números deben de encendernos un foco amarillo para intensificar el cuidado en la crianza, enseñanza y salud de nuestros menores.
16,000 menores mexicanos se encuentran sufriendo algún tipo de explotación hoy en día, y no vasta con cruzarnos de brazos y esperar que el gobierno, en un dejo paternalista nos ponga a un guardián en cada casa para excluirnos de tanta maldad, debemos hacer algo, no precisamente linchar a los responsables sino perseguirlos, identificarlos y denunciarlos para que sean detenidos.
Con el mejor propósito de combatir estas conductas tan reprochables nuestras leyes se han reformado para contemplar conceptos de protección psicológica, física, sexual y educativa de nuestros niños, prohibiendo la perversión de menores en todas sus modalidades y la explotación laboral o sexual; promoviendo con ello la persecución de estos delincuentes, el respeto por los derechos de los niños y la denuncia ante hechos tan de lesa humanidad.
Pero ¿que podemos hacer nosotros como simples usuarios, ciudadanos con empleos no relacionados con la impartición de justicia?
Participar de nuestro propio cuidado promoviendo una correcta y afectuosa comunicación con nuestros hijos para estar enterados de sus problemas y riesgos, una correcta educación en casa que prepondere los valores cívicos y morales y no tolerar que aquello que creemos que no debiera suceder, suceda.
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1º. En más el 90% de los casos se trata de varones.
2º. En el 70% de los casos superan los 35 años de edad.
3º. Suele tratarse de profesionales cualificados.
4º. Con frecuencia buscan trabajos o actividades que les permitan estar cerca de los niños.
5º. Su nivel social es medio o medio-alto.
6º. En el 75% de los casos no tienen antecedentes penales.
7º. Su nivel de reincidencia es altísimo, aun después de ser descubiertos y condenados.
8º. No suelen ser conflictivos en la cárcel y muestran buen comportamiento (en la cárcel no hay niños).
9º. No reconocen los hechos ni asumen su responsabilidad.
10º. Normalmente tienen una familia a su cargo, y con frecuencia hijos pequeños.
11º. En más del 30% de los casos se trata del padre, el tío o el abuelo de la víctima.
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